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—Déjame ayudarte con el cierre cariño—, me decía mi madre tratando de cerrarlo.
—Gracias mamá —, le dije sosteniendo su mano en mi espalda, mi madre me abrazo fuerte.

—Serás una gran abogada—, susurró en mi odio sacándome una sonrisa.

—Estoy lista—, anunció Kate entrando en mi habitación.

Hoy era el día de mi graduación, mi hermano Will no iba a poder asistir, era una de las personas más importante para mí, pero entendía que todos teníamos compromisos con los cuales cumplir.

Bajamos al primer nivel de nuestra casa para conducir hasta al salón de acto de la universidad. Mi padre nos alcanzaría allá una vez que terminara con una importante reunión.

Estaba sentada con mis compañeros en el área de los graduandos cuando vi a Bastián llegar y saludar a mi familia, el muy idiota vino a mi graduación a pesar de no invitarlo, vi sus ojos buscarme entre mis compañeros hasta posarse en mí y no pude evitar recordar el beso en el baño del bar, debí de golpearlo entre las bolas esa noche.

Me gire en mi asiento para ignorarlo. La ceremonia pronto empezaría y debía estar tranquila al subir al escenario y evitar sufrir alguna caída, o quizás una crisis nerviosa.

—Kiara Walton—, anunciaba el presentador de la ceremonia.

Camine para subir al escenario y tomar mi titulo simbólico de manos del rector de la universidad y saludar a los presentes.

—Felicidades—, dijo el rector al entregarme el certificado.
—Gracias—, respondí tímidamente.

Ya era una abogada técnicamente, me conduje entre mis compañeros que celebraban después que terminó la ceremonia para dirigirme hacia mi familia quienes me esperaban a lo lejos.

—¡Felicidades, cariño! —, exclamó mi madre abrazándome con felicidad.
—Felicidades, ya tengo a quien me defienda si voy a la cárcel—, bromeó Kate para abrazarme.

—¿Sabes que elegí el área inmobiliaria cierto?
—, respondí correspondiendo a su abrazo.
—Felicidades hija— expresó mi padre fríamente abrazándome, era el abrazo mas incómodo de toda mi vida, pero era mi padre.

—Gracias papá—, respondí débilmente.

—Bastián esta por allá—, dijo mi madre señalándolo.
—No me interesa mamá—, confese con molestia.

—Kiara—, amenazó mi padre.

—Es increíble como pudiste arruinar mi día, tú lo invitaste—, escupí con desdén.

—En menos de un mes y medio estarán casados, deben hacer algunas apariciones juntos—, indicó mi padre haciéndome suspirar.

—Iré a saludar los padres de Owen—, informé para alejarme de mi familia.

Era increíble como mi padre no respetaba mi felicidad, mi espacio familiar y personal, no entendía ni quería comprender qué diablos buscaba Bastián aquí.

Fui a saludar a los padres de Owen, pero me sentí algo incómoda al ser ignorada por Owen por completo y lo entendía, después de lo que hizo nuestra amistad se rompió, nada volvió a ser igual; esa noche había perdido a un amigo y había ganado un esposo, que irónica resultaba a veces la vida.

Me detuve cerca de unas de las columnas del salón viendo a mis compañeros compartir con sus familias, a veces deseaba eso, una familia normal.

—Señorita Walton—, escuché esa maldita voz detrás de mí.

Suspire sonoramente para darme vuelta y encarar al imbécil de Bastián.

—¿Jugando al papel del novio enamorado señor Davis? —, interrogue con sarcasmo.
—Créame que tuve que dejar a una rubia en mi cama sin follar por estar aquí, no haga un escándalo—, manifestó Bastián con aire de superioridad.

—Señor Davis ¿una foto por favor? —, preguntó un chico con una cámara en manos y su identificación de que pertenecía a la prensa colgando en su cuello, claramente era el fotógrafo.
—¿Qué?
—, miré a todos lados sin comprender, —No—, dije rápidamente.
—Su padre me envía señorita Walton—, informó el chico apenado.


Busque a mi padre rápidamente con la mirada por el todo el lugar para encontrarme con sus ojos encima de nosotros.

Bastián se acerco a mi colocando su mano en mi cintura, su cercanía me molestaba, me aterraba.

—Quítame las manos de encima—, gruñí entre dientes.
—Sonríe Kiara—, susurró solo para que yo escuchara, apretando más su mano sobre mi cintura, veía el flash del chico que nos fotografiaba golpear mi cara una y otra vez.

—¿Cómo puedo sonreír si un viejo verde tiene sus asquerosas manos sobre mí?
—, escupí intentando sonreír.
—Rogaras que este viejo verde te folle el día que te haga mi esposa—, gruño Bastián mirándome fijamente.

El chico carraspeo un segundo haciéndome desviar mi mirada de la cara de Bastián.

—Creo que es todo—, dijo el chico con pena para alejarse.

—Dudo mucho que tu verga funcione—, me burle.

Bastián sonrió un segundo para bajar su cabeza y acercarse a mi sutilmente, levanto su mirada para sostener mi barbilla con algo de brusquedad.

—Te darás cuenta si funciona o no cuando te ponga a gritar mi nombre como una desquiciada, rogaras tener mi verga palpitando dentro de tu apretado coño—, escupió para soltarme y alejarse de mí.

¿Qué rayos había sido eso?, que parte de que era un matrimonio falso no entendía esta bestia, porque hablaba de follar y de verga; debía hablar con el abogado nuevamente y aclarar unos puntos de ser necesario, aparte me preguntaba ¿por cuanto tiempo debía estar casada con el?, ¿no existía la posibilidad de vivir bajo techo separados?, eran preguntas que necesitaba responder antes de pisar el altar y decir el sí acepto.

No quería una boda y no encontraba la forma de como explicárselo a mis padres, prefería solo ir a la oficialía y firmar el acta matrimonial, pero la única persona que podía ayudarme era el propio Bastián, ahora debía de rogarle al imbécil que desistiera de una boda pomposa y convenciera a nuestros padres de ello, yo quería algo más íntimo, más privado, que me hiciera sentir menos miserable y más comprendida.  

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Miraba el traje sobre mi cama, solo faltaban días para que me casará con Kiara, la boda había quedado en el olvido luego de que ella me pidiera solo ir a la oficialía a firmar el acta matrimonial, no comprendía a esta chica, tendría una boda por todo lo alto y ella pedía solo ir a la oficialía a firmar el papel.

Mi madre y su madre no lo tomaron a bien pero no podía obligar a la chica a hacer más de lo que ya está haciendo. No se cómo sería esto ahora que tendría a una mujer viviendo bajo mi techo, pero esperaba que eso no afectará mi vida personal. Estar casado con la mocosa solo era una fachada, ella podía hacer lo que le pareciera con su vida en tanto no afectará mi imagen, y yo bueno, seguiré siendo lo que soy.

Pronto este sacrificio daría resultado y cuando lo hiciera inmediatamente le pediría el divorcio a Kiara. Tomaría los días que faltaban para salir a relajarme un rato, necesitaba alcohol y acostarme con alguna puta.

Pensé ordenar que le prepararán la habitación más alejada de la mía, pero me resultaba más satisfactorio que durmiera en la habitación continua a la mía, ya que a los enemigos hay que tenerlo más cerca. 

Llevaba años viviendo solo y tenía mi personal para todo, James mi chófer, el personal de limpieza, cocinera y hasta un chico que se encargaba de llevar mi trajes a la tintorería, aparte del mensajero del edificio.

Vivía en unos de los apartamentos más costoso de Minnesota, pero en lujos que me podía dar y ahora debía compartir esos lujos con unos de los Walton y resultaba ser con unos de los seres que al parecer más afecto sentía por mi, <<odio>>.

Le había pedido a Fannie encargar los anillos de alianza en unas de las joyerías más prestigiosa del país y de paso aproveche para hacerle un detalle único en su ejemplar a la mocosa, esperaba que ella entendiera el chiste detrás del regalo.

Ya conocía la forma de vestir de la escuincla, la única vez que me pareció verla vestida a la altura de nuestros apellido fue en la reunión que sostuvimos mis abogados y su familia en la firma Davis; no me importaba gastar unos cientos de miles de dólares encargando un guardaropas nuevo para la futura señora Davis, y más cuando se que se enojara, era una satisfacción. Pero no podía negar que íbamos a tener que asistir a muchísimas reuniones de negocios y eventos sociales, no permitiría que usará el mismo tipo de vestido que llevaba puesto en el bar.

Necesitaba que Kiara se comportará como lo que era, mi esposa delante de la sociedad, aunque eso me costará, la señorita Walton tenía un cierto grado de inmadurez, solo a una niña se le ocurría rayar el auto de un desconocido, poseía un instinto suicida.


POV KIARA WALTON 

Solo faltaba que este día culminará para ponerme el maldito vestido que yacía sobre mi cama, no podía creer que ya mañana el imbécil de Bastian colocará un anillo en mi dedo.

Agradecía que hubiera entendido mi posición al no querer celebrar una boda, era un gasto innecesario cuando tanto mi familia como la de él sabía que todo está una mentira. Lo había visto muy pocas veces desde que me gradué luego de citar a su abogado nuevamente para aclarar algunos puntos en nuestro matrimonio, quería tener el menos contacto posible con él.

Su chófer había venido por mis cosas está tarde, esperaba que todo estuviera como lo ordené, sabía que la venganza de Bastian no terminaría con un simple matrimonio, como quiera el debía casarse sea conmigo o con mi hermana, la venganza de rayarle su auto aún no empezaba, esto solo era él principio de mi desgracia.

Me sente en la banco que estaba debajo del bay window en mi habitación intentando distraerme, no había mucho que mirar hacia afuera, pero era mejor que pensar en el día de mañana. 

Escuché alguien tocar en mi puerta, si era mi padre no quería verle la cara y si era mi madre tampoco quería verle, estaba algo sensible con mi partida.

Me puse en pies para abrir la puerta de mi habitación, mi hermana Kate entro sorprendiendome.

—Hermoso vestido—, manifestó parada en frente de mi cama.

—Lastima que deba usarlo—, me queje volviendo a sentarme debajo de mi ventana.

Kate lanzó una caja pequeña sobre mi cama para sentarse a mi lado.

—El imbécil de Bastian al parecer te ha enviado un regalo de bodas—, confesó.

—¿Que es?—, indagué mirando la caja pequeña sobre mi cama.

—No lo sé, no abriría un regalo que te haya enviado él, te odia—, respondió con obviedad.

—¿Qué?, ¡Yo no pienso abrirla!—, respondí rápidamente. Si Bastian me había enviado un regalo, nada bueno debía de ser.

—¿Cómo te sientes?—, interrogó mi hermana con serenidad.

—Mentiria si dijiera que feliz—, revelé con tristeza.

—Kiara—, susurró mi hermano con sus ojos cristalizados. Yo no pude evitarlo, nunca lloraba pero ver mi realidad ya no lo aguantaba.

Kate me abrazo logrando que dos lágrimas corrieran por mi rostro, las cuales quite rápidamente.

—Will no vendrá—, indique cambiando de tema. No quería seguir pensando en mi situación.

—Will se fue a Canadá, mi padre le ofreció representarlo en el puerto de Vancouver. El padre de Bastian y papá empezaron con sus negocios juntos—, informó.

Ni siquiera había firmado el acta de matrimonio y ya mi padre sacaba ventaja de este matrimonio.

—Will no me dijo nada—, respondí sorprendida.

—Esta molesto, se enteró que te casabas con Bastian por mi padre y no por ti—, indicó Kate, y ahora que lo pensaba tenía razón.

—No encontraba la manera de decírselo, no quería que peleará con papá otra vez—, verbalice.

—Lo sé—, expresó ella.

—Te admiro, la manera de mantener a nuestro padre contento, yo nunca pudiera hacer eso. No nací para esto, no deseo ocupar una silla en la mesa de negociación de los Walton, mi padre me obligó a estudiar una profesión que ni siquiera me apasiona. No se cómo lo haces, pero haces que todo parezca perfecto y que no te afecta—, sostuve.

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