Mi estupido amor

1

Me encontraba molesta con mi padre, no sabía a que jugaba, pero yo era su ficha sobre el tablero, la cual movía a su antojo.

—Kiara—, llamó mi hermana al verme cruzar por el lado de ella con intensión de marcharme.
—Me voy Kate—, le informé tomando mi bolso.

—No puedes, aun no termina el evento—, respondió ella.

—Ya termino para mi—, concluí.

Me dirigí al parqueo en busca de mi auto, no tenia porque quedarme a soportar todo esto. Llegue a casa encerrándome en mi habitacion, deseaba tomar una ducha y poder quitar las manos de Owen de mí, tratar de olvidar cada palabra dicha por el maldito de Bastián Davis.

Me entretuve en mi escritorio adelantando el proyecto final para presentarlo ante la facultad y así poder graduarme, cuando una Kate furiosa entro en mi habitacion siendo seguida por mi madre.

—¡Ahora mismo me vas a decir mocosa inútil que fue lo que hiciste! —, rugió Kate.

Continue en mi ordenador ignorándola, no porque no merezca una explicación sino porque yo no tenia una explicación. Kate camino hacia mi escritorio para golpearlo con fuerza haciéndome levantar la mirada.

—Te das cuenta de lo que acabas de hacer, acabas de arruinar un matrimonio de millones de dólares—, escupío Kate mirándome.
—¿Eso es un matrimonio para ti?
, ¿unos millones de dólares? —, manifesté.
—No sabes nada de el deber y los sacrificios, solo eres una niña que nunca le ha faltado nada, a ti nunca te exigieron nada, nadie espera nada de ti, ¡sobre ti no carga la responsabilidad de administrar nuestra fortuna!
, yo me he preparado mi vida entera para esto—, dijo con pesar Kate.

Me puse en pies incomoda por su cercanía, conocía a Kate, tenía un carácter explosivo y que le haya arruinado sus planes solo empeoraba la situación.

—Yo no pedí esto y lo sabes, habla con papá, habla con el imbécil de Bastián Davis, habla con quien debas hablar, pero busca la forma de casarte tu con él—, supliqué.
—Yo no he hecho nada, así que nada debo hacer para remediar TÚ situación.
¡Dime que fue lo que hiciste para que ese maldito cambiara de opinión! —, vociferó.

—¡Yo no hice nada! —, le grité fuertemente.

Kate camino hacia mi cama para tomar en sus manos el vestido que llevaba puesto hoy.
—No has hecho nada, nunca haces nada Kiara, mi padre y yo hemos pasado nuestra vida limpiando tus desastres.
¡Compórtate como una adulta por una maldita vez! —, exclamó Kate.
—¡Kate!
—, gritó mi madre.

—Cállate mamá—, le gritó mi hermana.
—Yo no hice nada Kate, habla con mi padre, el fue quien hizo todo esto—, expliqué tratando de apaciguar las cosas.

—Llegas con tu ridículo vestido a la cena benéfica de nuestra madre, luciendo como una puta, bailas con Will delante de cientos de familias importantes llamando la atención de todos, porque eso es lo único que sabes hacer, ser el centro de atención. Pero sabes Kiara, espero que Bastián sepa joderte la vida—, rabio tirando mi vestido delante de mí.

—El señor Davis me dijo lo que hiciste—, expresó mi padre desde el umbral de la puerta.
—¿Qué?
—, susurré.
—Rayaste su auto con una tijera, por un insignificante parqueo de bicis y luego le mostraste tu magnifico dedo delante de todos en la universidad.
¿Acaso sabes cuanto vale ese maldito auto?, ¿Sabes quién es Bastián Davis? —, recriminó mi padre.

—Papá yo…—, tartamudee. Kate levanto su mano colocándola sobre su frente compaseándose por mi habitación.

Rob camino hacia dentro de la habitación para quedar enfrente de mí.

—Will y tu son mi mayor vergüenza—, expresó, por un momento quise llorar, pero yo no era de las que lloraba por simples palabrerías.
—Estamos a mano entonces, tú eres la mayor vergüenza como padre—, gruñí.

Mi padre levanto su mano para pegarme provocando que callera al suelo, podía sentir como mi mejilla ardía en este momento.

—¡Rob no! —, gritó mi madre corriendo a ayudarme.

Mi padre se coloco de cuclillas a mi para sostener mi cara, me queje del dolor por el golpe que me propino.

—Escúchame bien Kiara, te casaras con Bastián, no arruinaras esto. No quieres ver a tu padre enojado ¿cierto?, porque sabes que sucede cuando me enojo—, amenazó mi padre soltando mi cara para abandonar mi habitacion.

—¿Estas bien? —, se preocupó mi madre.
—Sal de mi habitacion mamá—, le pedí.

—Kiara—, refutó ella.

—¡Que salgas de mi habitacion maldita sea!
—, le grité.

Mi madre se puso en pies para mirarme con sus ojos llorosos.

—Tú también Kate, lárgate—, escupí.

Kate suspiro sonoramente para salir, mi madre tomo el picaporte para cerrar la puerta mientras yo seguía en el suelo.

Poco a poco fui dejando caer mi cuerpo contra el suelo en la misma posición que me encontraba. Sentía como algo dentro de mí se desgarraba y se sentía fatal. Odiaba mi familia, odiaba ser una Walton, odiaba que Rob Walton fuera mi padre, me odiaba a mí.

Mentiría si dijera que pude llorar, era mucho peor la sensación que estaba sintiendo, no conocía a Bastián Davis, pero sabia que estaba haciendo esto por venganza. No quería casarme con él, no quería casarme con nadie.

Me puse en pies a dura pena, camine hacia mi tocador para ver mi mejilla la cual ya se encontraba bastante enrojecida, introduje mis dedos por mi cabello halándolo fuerte, me sentía frustrada, tome mi cepillo de pelo tirándolo contra el espejo fuertemente viéndolo hacerse pedazo.

Quería gritar de la impotencia, fui a mi closet sacando todas mis cosas para arrojarlas al piso, necesitaba desahogarme, necesitaba sacar esta furia. Todo esto solo era culpa de una sola persona, de Bastián Davis, no lo conocía, pero lo odiaba.

—¿Por qué papa?, ¿Por qué? —, me preguntaba.

Pero solo podía hacer algo, desafiar a Bastián y hacer que desista de esto.
 

Llegue a mi departamento con una rubia caliente la cual me había follado hace unas horas, ahora ella yacía en mi cama desnuda, pero yo no podía dormir.

Me puse en pies para servirme un trago y salir al balcón de mi habitación, la ciudad se encontraba serena, solo se podían apreciar las luces que la adornaban. Sabia el motivo de mi desvelo, y era por la hija menor de Rob Walton, la pequeña loca desquiciada que había rayado mi auto.

Ahora que pensaba las cosas me preguntaba que mierda había hecho, como se me ocurría decirle al maldito Rod que deseaba romper mi compromiso con Kate por esa escuincla. Pero verla bailar con Will me hizo cabrearme al recordar lo que hizo.

Debía admitir que me deje llevar por un arrebato, y ahora debía pagar una suma de dinero por romper el contrato con Rob, esto me saldría caro. Pero por lo menos iba a tener la satisfacción de ver a la cara a esa mocosa y hacerle entender que conmigo nadie juega.

Mañana mismo le pediría a mi secretaria coordinar una nueva reunión con la familia Walton, cambiaria los términos en este matrimonio.

Sentí unos brazos abrazarme desde atrás, sabia que era la rubia, tomé sus manos para colocarla delante de mí y puse mis brazos en la baranda del balcón encerrándola, no sabia quien era esta mujer exactamente, pero había podido desahogar mi furia con ella.

—Vamos a la cama—, pidió la chica, la mire un segundo para tomarla por la cintura y que enredara sus piernas en mi dirigiéndome a la cama.

—Buen día señor Davis—, saludaban los empleados de la firma, no era por alimentar mi ego, pero era genial ver como todos se detenían al verme llegar, dejaban sus labores para mirar a su jefe y saludar, muchos se detenían hasta que cruzara por su lado, esto solo lo pude lograr cuando me convertí en El Lobo de Minnesota y lleve el apellido Davis al siguiente nivel.

—A mi oficina ahora—, le ordené a mi secretaria, abriendo la puerta de mi oficina.

Me senté en mi sillón, para encender mi laptop viendo a mi secretaria entrar apresuradamente.

—Siéntate—, le pedí señalando la silla delante de mí. —Quiero que tomes nota de todo lo que te diré, no voy a repetir—, anuncié tomando un lápiz para recostarme en mi asiento mientras jugaba con él en mis manos.

—Comunícate con mis abogados, cambiaran los términos de mi matrimonio con los Walton—, manifesté.
—¿Qué?
—, soltó ella.
—Concéntrate Fannie—, gruñí.

—Te he enviado los nuevos términos a tu correo, sabes que es confidencial ¿cierto?
—, dije amenazadoramente.
—Si señor Davis—, respondió rápidamente Fannie.

—Arregla una cita con la familia Walton para mañana a primera hora.
Esta vez que sea en mi empresa—, expuse.
—De acuerdo—, respondió ella.

—Haz llamar a Nora, y pídeme un café bien cargado, por favor—, concluí.

POV KIARA WALTON

Iba en el auto con mi padre al lado, Kate y mi madre se habían adelantado a la reunión que solicito Bastián para discutir los nuevos términos del matrimonio, sospechaba que mi padre quería asegurarse de que llegara a la reunión o no hubiera otra motivo para que mi padre me arrastrará a venir en su auto con su chofer.

Me concentre mirando por la ventana, no quería verlo a la cara, no después de haberme pegado. Tuve que ponerme tres capas de corrector y base para poder disimular el golpe.

—Quiero que te mantengas en silencio en la reunión—, rompió el silencio mi padre haciéndome sonreír.
—¿Tienes miedo de que arruiné tu negocio?
, tranquilo Señor Walton, usted cuenta con los mejores abogados de Minnesota, saldrá con sus bolsillos engordado de dinero—, escupí despegando la vista de la ventana para mirarlo, sabía que podía ver mi cara de dolor.

Mi padre suspiro y no dijo nada más, entramos a la firma de los Davis, podía sentir todos los ojos de los empleados sobre mí, no sabia si era por mi ropa o por mi golpe, decidí usar un pantalón negro ajustado con unos tacones beige, una blusa blanca y un blazer del mismo color, sostenía mi cartera del mismo color de mis tacones mientras me adentraba al ascensor, llevaba mi pelo suelto para tratar de cubrir mí cara, no solía usar las faldas y los vestidos que utilizaba Kate como outfits para ir a la oficina, de hecho yo no tenia una oficina, solo asistía a las reuniones familiares que mi padre me obligaba a ir con la excusa de que debía empezar a aprender el trabajo de la familia.

Las puertas se abrieron para ser recibidos por una chica.

—Buen día señor Walton—, saludo. —Señorita —, dijo para dirigirse a mí.
—¿están todos reunidos?
—, indagó mi padre.
—Si, el señor Davis se reintegrara en un momento—, explicó la joven, conduciéndonos a la sala de juntas.

La chica abrió una de las puertas cortésmente, mi padre entro primero y yo detrás de él, barrí el lugar con mi mirada disimuladamente, estaba Kate y mi madre con tres de los abogados de mi padre sentados a la izquierda y en frente de ellos una chica revisaba unos documentos al lado de los abogados de los Davis.

Mi padre camino hasta sentarse en unos de los extremos de la mesa y yo al lado de él.

La chica que revisaba los documentos levanto su mirada ligeramente para mirarme por el rabillo de sus ojos, baje mi rostro para que mi cabello cubriera mi mejilla, mi madre deslizo su mano sobre la mesa para tocar las mías, pero no se lo permití, retire disimuladamente mis manos, ¿creería que solucionaría las cosas con un simple apretón de manos?, estaba equivocada.

Cada segundo que transcurría mi cuerpo lo sentía como una eternidad, mis manos se encontraban sudorosas, y mi corazón latía frenéticamente, mantenía mi mirada fija a esa puerta en espera de que ese idiota la cruzara.

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Fannie tocó a mi puerta para avisarme que estaban todos reunidos, era la hora de verle la cara a esa enana del demonio.

Tome mi saco para ponérmelo y caminar hacia el salón de juntas, tome el picaporte de la puerta para tirar de él encontrándome con las miradas de las hermanas Walton sobre mí.

Kate me miraba con recelo, sabía que este matrimonio era de importante para ella y ahora que lo pensaba romperlo fue lo mejor, quizás controlar a la mayor de las Walton me sería difícil, dirigí mi mirada a Kiara quien me miraba como si deseara matarme, nunca vi una mujer parecer tan tierna y transformarse en una mocosa diabólica en solo un segundo, su sonrisa endemoniada me confundía.

—¿Estamos todos?, empecemos—, anuncié liderando la mesa de negocio.

Mis abogados comenzaron a redefinir los términos del contrato según los arreglos que había hecho luego de cometer esta locura, podía sentir satisfacción a ver los abogados de los Walton discutir enojados.

Pedí en el contrato que Walton Real Estate luego del primer año de casados pasara a ser de Kiara y que yo pudiera tener acción en ella, poder representar las acciones de Kiara ante la directiva de la cadena de los Hoteles Walton, sabía que su padre le regalo acciones y que era socia minorista, manejar las acciones que le correspondían a Kiara en la empresa que administraba Taylor en Oregón, la muy puta no se saldría con la suyas, aun podía recordar cómo me robo esa oportunidad hace años. Prácticamente pedía ejercer el control total de las acciones y herencia de Kiara como una Walton.

—¡No permitirás esto papá!—, gritó Kiara poniéndose de pies luego de que sus abogados y los míos no llegaran a un acuerdo.
—¿¡Que ganamos nosotros con todo esto!
—, rugió su hija mirándome fijamente, me puse en pies para hacerle ver la realidad a Kiara Walton.

—¿Tu padre y tu hermana no te lo han dicho?, presentan varias demandas multimillonarias, irán a la quiebra si pierden el juicio que enfrentaran en cinco meses—, confesé.
—¿Qué?
—, susurró Kiara sentándose lentamente en su silla. —¿mamá? —, expresó ella buscando alguna respuesta.

—No queríamos decírtelo, a nadie, esto es algo demasiado fuerte para mi—, sollozó su madre.
—¿Qué has hecho papá?
—, preguntó la menor de las Walton.

Rob Walton se quedó en silencio.

—Esta firma defenderá a tu padre ante todas las demandas, ese es el trato—, expliqué.
—¡Bastián!
, eso no fue lo que estipulamos en el primer contrato. Dijiste que solo quería tener acceso a Walton Real State y podía comprenderlo en ese momento porque eras abogado, ¿pero ahora que pretendes con todo esto? —, refunfuñó Kate.
—Lo siento señorita Walton, su padre me ha puesto una sanción millonaria por incumplimiento de contrato, yo tengo derecho a cambiar mis términos si estoy pagando una suma de dinero por romper el contrato—, informé.

—Creo que debemos dejar a solas a la familia Walton—, anuncié para que todos nos retiráramos de la sala, Rob Walton tenía mucho que explicar.

Me dirigí a mi oficina sintiendo a Nora seguirme detrás.

—¡Como pudiste hacer esto! —, gritó una vez que cerró la puerta.
—Kiara Walton debe darse cuenta de que no tiene opción—, expresé serenamente sirviéndome un trago.

—Ambos sabemos que si hay opción, tu fuiste quien ayudo a esas empresas a demandarlos, tu puedes hacer que retiren las demandas—, escupió Nora muy cerca de mí.

—La retirarán, pero cuando tenga un acta de matrimonio con el nombre de Kiara y mío en mis manos y pueda tener acceso a las acciones de los Walton, de lo contrario esas empresas que lo están demandando harán lo que yo diga—, ladre.

—¡Eres un maldito Bastián! —, vociferó Nora molesta.
—Por algo soy El Lobo de Minnesota preciosa —, respondí alzando mi trago hacia ella para luego beberlo hasta terminarlo.

Transcurrió una hora desde que deje a los Walton matándose en mi sala de juntas, las cosas marchaban a la perfección, Rob Walton no tenía escapatoria, me entregaría a su hija y cada una de sus acciones, la mitad del trabajo estaba hecho, Kiara parecía odiar a su padre, cosa que no iba a poder lograr con Kate debido a que esta adoraba a su padre, ahora solo debía esperar para casarse con la niñata y la manejaría a mi antojo.

—Señor—, llamó Fannie por el intercomunicador.
—¿Sí?
—, respondí.
—La familia Walton quieren hablar con usted, ya salieron de la sala de juntas—, anunció mi secretaria.

—Hazlos pasar—, contesté.

Rob entro con su esposa e hijas a mi oficina, se podía sentir la tensión de esta familia en el aire, Kiara se mantenía con su mirada perdida en algún punto de la oficina.

—Hemos llegado a un acuerdo—, declaró Rob.
—¿Y bien?
—, indagué.
—Kiara firmara el contrato y yo por igual—, manifestó el señor Walton sacándome una sonrisa de lado.

Rodee mi escritorio para llamar a Fannie y que hiciera pasar a unos de los abogados con el contrato. Kiara y su padre se sentaron cada uno en la sillas delante de mi escritorio, el señor Walton sacó una pluma de su maletín y yo tome una pluma de mi escritorio para pasársela a Kiara, en ese momento nuestras miradas chocaron podía ver su molestia, pero algo más llamo mi atención.

—¿Algo más? —, indagó Rob luego de haber firmado.
—La identificación de su hija—, expresé.

—¿Mi identificación?
—, tartamudeo ella.
— Necesitamos copia de tu documento de identidad para poder legalizar el contrato—, expliqué.

La chica abrió su cartera rebuscando entre su porta tarjetas, sacando su identificación para dársela a mi abogado.

—Ahora quiero que todos se retiren, excepto su hija menor—, ordené.
—¿Yo?
—, dijo dudosa.
—Necesito hablar con mi futura esposa a solas—, enfaticé.

Todos salieron silenciosamente dejándome a solas con la chica.

Camine pasando por su lado, para sentarme sobre el escritorio en frente de ella; saque mi pañuelo del bolsillo de mi saco para extendérselo a Kiara.

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